Thursday, July 23, 2015

Mi Semilla Genealógica

Nací y crecí en un país 99% católico, bajo un manto familiar católico, y con una educación absolutamente católica. Eso nunca impidió que mi papá no sintiera orgullo por su rama familiar judía que le venía por el lado de su mamá, mi abuela Deborah Nahmías de Crasto. 

Mi vida transcurrió en San Bernardino, Caracas, vecindario judío por excelencia, con seis sinagogas en comparación a una iglesia católica. Mi papá se llenaba la boca hablando de su abuelo Salomón, especialmente con vecinos y amigos judíos. Le gustaba asistir a algunas ceremonias religiosas judías, y guardaba con recelo un kippa en su gaveta. Durante el pesaj, mi papá siempre le pedía a nuestra querida amiga Clara Eisler que le reservara una porción de gefilte fish. Comíamos indistintamente matzo o galletas saltines, y mi mama visitaba con frecuencia el Rey David, exquisita tienda de gastronomía judía. Durante mis inicios en la universidad, habíamos seis estudiantes que vivíamos en la misma calle. Cinco judíos y yo.

Mi educación católica estuvo bajo el marco del Concilio Vaticano II donde el pontificado le dió apertura a todas las religiones. Esto, aunado a que estudié en un colegio de monjas de mente abierta y "jesuítica", me permitió fascinarme por este mundo ancestral judío sin tener ningún conflicto de identidad. 

Es a la edad de 16 años cuando me comenzó el interés de buscar mas información sobre mis ancestros judíos que según la historia oral, contada por mi papá y mi tío Nemesio, fueron de Amsterdam a Curazao, y de allí, a Colombia. Soñaba con visitar tanto la isla del Caribe como la ciudad holandesa y entender como se dió el proceso de inmigración, al punto que recuerdo conversaciones y planes con mi hermano Federico para hacer el viaje a las antillas holandesas. 

Sin saberlo había brotado Mi Semilla Genealógica.